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Dra. Gabriela Gnavi “Cada uno elige la rama que más le gusta. En mi caso, me gusta trabajar con la p

La Dra. Gabriela Gnavi estudió y se recibió de abogada en la Universidad Nacional de La Plata en el año 1993. Actualmente desempeña su profesión en la oficina de la calle 25 de Mayo 162, mismo lugar donde también funciona la inmobiliaria familiar.

Sus comienzos en la profesión fueron dentro del Derecho Penal, pero desde el año 1996 a la fecha se desempeña con todo lo relacionado a la parte familiar.

En una entrevista con La Campaña, la Dra. en principio manifestó: “Siempre me gustó la abogacía, quise estudiar la carrera, tuve la posibilidad de ir a La Plata, así que considero tengo una buena formación académica”.

“Fue todo un cambio porque me crié en un pueblo como Moquehuá, por lo tanto me costó muchísimo adaptarme a una nueva forma de vida pero pude sociabilizar rápidamente”, señaló.

“Los padres hacían un sacrificio bárbaro para que pudiéramos estudiar y en los únicos lugares donde estaba la carrera eran Córdoba, Buenos Aires y La Plata”, señaló, e indicó: “Después estaban las privadas, pero ya era demasiado para nuestros padres en aquel momento”.

“La situación actual es diferente en la forma de vivir y de estudiar porque en nuestro caso debíamos alquilar libros, nos arreglábamos como podíamos”, consignó.

Además, agregó: “En aquel momento éramos cuatro mujeres compartiendo un departamento y los gastos, pero ahora mis hijos y de los de mis amigas se las van arreglando de otra forma, el manejo es diferente”.

-¿Cómo era la carrera?

-En aquel momento no se cursaba prácticamente sino que era por sorteo, si teníamos la suerte de cursar una o dos materias por año era mucho.

La carrera de por sí nos costó un montón porque era todo libre y bastante complicado. Apenas llegamos nos dijeron que era un trabajo y sino estábamos capacitados para estar ocho horas estudiando directamente nos fuéramos porque no podríamos soportarlo.

-¿Había que tomarlo verdaderamente como un trabajo?

-Sí, de hecho cuando ingresamos había muchísimas personas en la carrera pero después son bastantes las que abandonan por no tener la constancia de estar sentados estudiando. En mi caso era mucho estudio.

Como se rendía todo libre al principio me fue bastante mal, los primeros dos años los perdí porque no estudié lo suficiente. Luego mi papá me consiguió un trabajo en Dirección General de Escuelas, después tuve que abandonar porque era mucha la exigencia académica.

-¿Alguna anécdota que tenga grabada?

-Realmente no sé cómo me recibí porque era muy difícil. Recuerdo que una vez me saqué un 3,85 y se aprobaba con 4 (similar al 7 de la actualidad), me puse a llorar y el profesor me dijo que me merecía esa calificación, así que tuve que estudiar veinte días más para poder aprobar.

-¿Qué rama de la abogacía desarrolla?

-Cada uno elige la rama que más le gusta. En mi caso la oficina está en la inmobiliaria, que pertenecía a mi padre y ahora continúa mi hermano, así que me dediqué más a familia justamente por la inmobiliaria teniendo en cuenta que quizás quieren vender algo y no hicieron la sucesión.

También hago mucho desalojo, cuestiones de alquileres que tratamos de manejar de la mejor manera posible. Me gusta trabajar con la parte familiar, ocuparme de los juicios por alimentos, es una temática que me interesa. Me encanta mi trabajo, lo hago con pasión, me gusta.

-¿Trabaja también con la inmobiliaria?

-En el momento que me recibí éramos pocos abogados, pero desde que se descentralizó somos muchísimos y ahora nadie vive de su profesión específicamente, en mi caso trabajo también en la inmobiliaria.

¿Lo más complejo de la profesión?

-Particularmente me fui desilusionando con el transcurso del tiempo por la lentitud de la justicia. Se termina cobrando algo importante una vez por año o año y medio.

-¿La abogacía en pandemia?

-Ahora con la pandemia los últimos quince días de marzo no trabajó nadie. Después, que en mi caso tengo muchas sucesiones, enseguida pasa el fiscal, se hace vista declaratoria, todo se agilizó.

Hay que trabajar con todos los protocolos correspondientes, utilizando alcohol en gel. Mi oficina tiene una ventana que da a la sala de espera así que atiendo por ahí, coloqué una mesa para que se respete la distancia y lógicamente con la utilización de barbijos, ahora no hago pasar a la gente al privado.

-¿Adoptó bien la faz electrónica?

-Actualmente tenemos el Token donde enviamos todos escritos electrónicos y se agiliza mucho.

Siempre intenté no quedarme y no dejar que me hagan el trabajo otras personas. Al principio cuando nos dieron el Token era llamar al técnico a cada rato porque consideraba que no entendía, mi hijo me ayudaba, pero fui adquiriendo experiencia en el manejo y ahora me desenvuelvo sin inconvenientes al momento de pasar documentaciones.

Lo más complicado actualmente es que primero debe presentarse en papel y a las 24 horas se tiene que presentar de forma electrónica.

Además de manejarnos telefónicamente u otros medios tecnológicos porque incluso tengo clientes hasta en Mar del Plata.

En mi caso hago todo en Mercedes porque me acostumbré, haciendo los viajes correspondientes pero en este momento me estoy manejando de manera electrónica.

-¿Cómo empezó a desarrollar su profesión?

-Fue bastante difícil empezar después de recibirme en diciembre del año 1993, los años 1994 – 1995 me fui a trabajar con una abogada que es hermana de mi tío de Moquehuá (Rodríguez Méndez). Estuve un año y medio con ella que hacía derecho penal.

Me di cuenta que no avanzaba, en medio de una situación económica complicada y después volví a Chivilcoy porque mi papá ya se había montado la inmobiliaria.

Mi padre me consiguió dos o tres sucesiones para que pudiera manejarse laboralmente y además sin tener que pagar un lugar físico para llevar a cabo mi profesión.

-¿Cómo toma el Día del Abogado?

-Para mí es una fecha más, no le doy mucha importancia. Anteriormente se festejaba en Mercedes con algún brindis, pero últimamente se estilaba ir a la noche y dejó de interesarme el hecho de concurrir.

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